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martes, 16 de febrero de 2010

Vuelve... ¿el panadero?

Aunque me gusta la ciudad me encanta pasar los fines de semana en el pueblo, algo que puedo hacer desde hace poco tiempo. Una de las cosas que más me atrae es que por las mañanas llega a la puerta de casa el panadero con el pan recién hecho. Una tradición que se ha ido perdiendo. En mi otro pueblo, en Asturias, también acude todas las mañanas el panadero con la mercancía recién horneada. Un lujo sorprendente en los tiempos que corren: comer pan amasado en el día. Y no precocinado o congelado como el pan que habitualmente comemos en la ciudad. ¿O comíamos? Porque ahora se está poniendo de moda la boutique panadería, con el pan elaborado cada día, con métodos tradicionales, cuidando el tipo de harina y ofreciendo un abanico de panes (de aceite, de ajo, de centeno, candeal, de aceitunas, de tomate, de pipas...) que te hacen dudar sobre cuál comprar.
En Madrid, la ciudad en la que vivo, están abriendo cadenas de panaderías que contienen auténticas joyas en sus estantes. Una de las últimas, Harina, en plena puerta de Alcalá; desde hace unos meses, las franquicias de Le pain quotidien se extienden como la pólvora; así como las de Cosmen & Keiless, o Viena Lacrem, que ya lleva cinco generaciones, desde 1931, haciendo buen pan.

De todo esto, deduzco que una nueva profesión se está poniendo de moda, la del panadero. Sería una buena noticia recuperar, sobre todo si tenemos en cuenta algo que a mí me obsesiona como es la cifra del paro; oficios que han ido perdiéndose y devaluándose con el tiempo. Recuerdo que en mi barrio, el panadero era una persona a la que se le tenía aprecio y se le respetaba, entre otras razones, porque era el primero que levantaba el cierre de la tienda por las mañanas y al primero que saludabas cuando ibas al colegio. Con el tiempo, todo esto fue desapareciendo y ahora los barrios están llenos de tiendas de chinos que venden barras de pan como si fueran chicles.

La crisis también contribuye a ello. Conozco el caso de un economista que después de deambular por varias empresas y no tener un futuro profesional claro como asalariado, ha decidido volver al pueblo y encargarse de la panadería. Ahora cuadra las cuentas del pan y de las empanadas que vende. ¿Será un caso aislado o será una tendencia la vuelta a lo local, a conformarse con vender una barra de pan al vecindario y no estar mirando abrir mercado en China?, ¿quien va a querer recuperar oficios como el de panadero, fontanero, electricista..., teniendo un título universitario y un máster en el bolsillo?.


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